Él quiere ser escritor. Ya ha escrito tres libros. Tiene además tres finales para su tercer libro. Y tiene miedo porque no sabe cual elegir de esos tres finales. Piensa que si acierta y elige el mejor final le llegará el éxito. Pero tiene miedo a equivocarse.
Anoche me dedicó una larga disertación sobre el Miedo. Porque él dice saber qué es el Miedo. Porque no es la primera vez que se ha visto bloqueado por el Miedo…
Me hizo reír, ¡se puso tan filosófico! Comparó al Miedo con el Diablo.
Bueno, le dije, la buena noticia es que el Diablo no existe.
Ya, ya, cabeceó, y la mala noticia es que por esa misma razón no podemos librarnos de él.
Ah, le rebatí, pues si el Diablo nos engaña y nos dice que está ahí sin estar… miéntele tú también al Miedo y dile que se ponga como se ponga, a ti te la suda.
Ja, ja,ja, ¡eres tremenda!
Después me acribilló con sus autopreguntas:
¿Fracasaré como escritor?
¿Seré juzgado como bueno o malo si al fin publico?
¿Pereceré humillado en el intento?
¿Me hundiré y ya no querré escribir nada?
¡Por Dios Bendito, se puso tan trágico!
Bueno, bueno, pues si tanto te asusta el fracaso, quiero que recuerdes aquello que le dijo Cristo al Diablo en el desierto: “¡Apártate de mi Satanás!” O dicho de otra forma: “apártate de mi camino o ponte detrás de mi, que yo no te vea”.
Pues eso es lo malo, porque sí se presentara enteramente frente a nosotros y lo viéramos tal cual, quizás perdería todo su poder. Pero a pesar de todo nos da pánico que se plante frente a nosotros.
Bueno… ¿pues sabe lo que te digo? Que yo al menos ya estoy acostumbrada a los faroles del Diablo. Él se rige por amenazas de que, igual que la Gorgona, su mera visión nos destruirá. Pero no, si lo viéramos completo, es él el que sería destruido. Nunca podemos librarnos del Miedo, pero sí podemos no mirarlo a la cara.
¡Alto, alto, alto! Me estás hablando del Miedo, amiga mía, como si fuera algo que sabes dominar sin paliativos. Creo que estarás de acuerdo conmigo de que todo esto son simples palabras. Porque en realidad tú sabes como yo que hay sentimientos y sensaciones que están por encima de nosotros.
Pues por eso te lo digo… porque a veces nos sentimos tan confusos que nos noqueamos a nosotros mismos. Piénsalo. Publicar no es tan importante… eso lo puede hacer cualquiera. Sobre todo los que no tienen talento. Y si eres famoso te compras un negro y listo.
Ya, pero no se trata de eso. Es la gozada de ver un libro tuyo ¡¡Tuyo!! ¿comprendes lo que te digo?
Que sí, hombre, que te entiendo… y si te haces editor de tu obra… lo de menos son las ganancias económicas… Pero sigo pensando que publicar no es tan importante ¡Tantos genios hay en la historia que jamás saborearon el éxito…!
Sí, pero ya sabes lo que se dice; que un escritor lo es de verdad cuando publican sus libros y le pagan por ello…
Que sí, que sí, y ponte a morirte de hambre con eso que te pagan. Eso de vivir de lo que escribes es una leyenda urbana. Salvo contadas excepciones, como no curres en otras cosas vas listo.
En este punto mi amigo se atusó el pelo y cabizbajo me preguntó:
¿Tienes una aspirina?